En la década de 1970, Rubín inició con otro astrónomo
norteamericano, Kent Ford, lo que parecía ser un experimento sencillo. Quería
determinar por qué las galaxias en espiral difieren en cuanto a estructura.
Decidió comparar los movimientos de las estrellas cercanas al centro de una
galaxia con los de aquellas situadas en los bordes. Para su primer experimento,
Rubín eligió la galaxia de Andrómeda y realizó el análisis espectroscópico de
varias de sus partes. La mayor parte de los astrónomos suponía que la masa o
materia de una galaxia se concentraba en el centro de ésta, porque allí es
donde se observa más luz.
De acuerdo con las leyes de la gravedad de Newton, las estrellas
cerca del centro de la galaxia debían moverse a una velocidad mucho mayor
debido a la atracción gravitacional adicional, consecuencia de la mayor
cantidad de materia. Con gran sorpresa, Rubín y Ford encontraron que las
estrellas más alejadas del centro de Andrómeda se movían a la misma velocidad
que aquellas cercanas al centro. De inmediato estudiaron otras galaxias y
obtuvieron los mismos resultados. En algunos casos, la velocidad de las
estrellas más lejanas al centro en realidad era mayor.
Estas estrellas se estaban moviendo con la velocidad suficiente
para escapar de la gravedad de la galaxia, pero esto no sucedía. Rubín sabía
que sólo existía una conclusión posible, y ello también explicaba sus hallazgos
anteriores respecto al movimiento adicional de algunas galaxias. La
distribución de luz en una galaxia no guarda relación con la distribución de
materia. En vez de ello, en el universo se encuentran grandes cantidades de
masa que no podemos ver. Se le llama materia oscura y es la gravedad de esta
materia oscura la que actúa sobre las estrellas alejadas del centro de las
galaxias. Rubín ha analizado más de 200 galaxias. Ella calcula que 90 por
ciento del universo podría constar de materia invisible. ¿Qué es esta materia
oscura? Sigue siendo un misterio que tendrán que resolver futuros astrónomos.
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