LAS TÉCNICAS QUE EXTRAEN LA HUMEDAD DEL AIRE
YA FUNCIONAN CON ENERGÍA SOLAR.
Miles de millones de personas carecen de acceso regular a agua potable o
deben realizar largos viajes para abastecerse, por lo que la posibilidad de
extraerla directamente del aire les supondría una ayuda inconmensurable. Sin
embargo, las técnicas existentes suelen requerir un clima muy húmedo y grandes
cantidades de electricidad. La solución parece cada vez más cerca gracias al
desarrollo de sistemas que aprovechan la energía solar. En principio podrían
aplicarse a gran escala y funcionan incluso en regiones áridas, donde vive un
tercio de la población mundial, a menudo en condiciones de pobreza. Una
colaboración entre el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y la
Universidad de California en Berkeley ha concebido un método que no requiere
electricidad. Los investigadores esperan su técnica resuelva un importante
problema del que adolecen la mayoría de los materiales capaces de adsorber agua
de la atmósfera, como las zeolitas de los deshumidificadores: además de
necesitar porcentajes elevados de humedad, solo liberan el agua tras calentarse
de manera sustancial, con el consiguiente consumo de energía. El nuevo sistema
ha sido diseñado a partir de «armazones organometálicos» (MOF), cierto tipo de
cristales porosos desarrollados hace años por Ornar M. Yaghi, de Berkeley. Las propiedades
químicas de cada MOF pueden ajustarse mediante combinaciones específicas de
metales y moléculas orgánicas, lo que permite múltiples usos. Aparte de la
versatilidad, su aspecto más prometedor reside en las fenomenales dimensiones de sus poros, con un área superficial
interna casi 10 veces mayor que la de las zeoIitas. Para hacerse una idea, un
gramo de MOF del tamaño de un terrón de
azúcar posee una superficie similar a la de un campo de fútbol. En abril del
año pasado, el grupo de Yaghli refino con el del ingeniero del MIT Evelyn Wang,
los resultados obtenidos con un prototipo basado, en el MOF-801, o fumarato de
circonio, el cual presenta una elevada hidrofilia.
La humedad del aire queda capturada en los enormes poros del material,
que inmediatamente vierte el agua en un colector como reacción al calor natural
de la luz del sol. El invento recoge 2,8 litros de agua al día por cada
kilogramo de MOF, incluso con humedades relativas de tan solo el 20 por ciento,
un nivel típico de los desiertos (según Yaghi, una persona necesita al menos
355 mililitros de agua potable al día). Además, no requiere aportes adiciónales
de energía. Los investigadores ven espacio para la mejora: experimentar con la
composición de los MOF podría abaratar la técnica (en la actualidad, el kilogramo
de circonio cuesta 150 dólares), aumentar la cantidad de agua recolectada por
unidad de material y permitir adaptar los MOF a distintos microclimas. En
Scottdale, Arizona, la compañía Zero Mass Water ha puesto a la venta otro
dispositivo basado en energía solar que no necesita estar conectado a una red
eléctrica o a un sistema de agua preexistente. Una placa solar proporciona la
energía que impulsa el aire a través de un material de absorción patentado y
que también hace condensar la humedad extraída. Gracias a una pequeña batería
de iones de litio, el aparato funciona incluso cuando no brilla el sol. Según
la empresa, una unidad con un solo panel puede producir entre dos y cinco
litros de agua al día. Esta se almacena en un depósito de 30 litros, donde se
le añade calcio y magnesio por motivos de salud y de sabor. Cody Friesen,
fundador de Zero Mass Water y científico de materiales de la Universidad
Estatal de Arizona, desarrolló este sistema con la intención de que pudiera
implantarse de manera sostenible y sin complicaciones en cualquier parte del
mundo. En EE.UU. se vende e instala por unos 3700 dólares, precio que incluye
un cargo del 10 por ciento destinado a disminuir los costes de instalación en
lugares sin infraestructuras. Friesen señala que la misma unidad puede servir
tanto para reducir la demanda de agua embotellada como para abastecer de agua
potable a un colegio que carezca de ella. Durante los últimos meses, asegura,
se han instalado sistemas de este tipo en el suroeste de EE.UU. y en varios
países más, como México, Jordania y Emiratos Árabes Unidos. Hace poco, gracias
a los fondos de la Agencia para el Desarrollo Internacional de EE.UU., la
compañía envió paneles al Líbano para proveer de agua a los refugiados sirios.
Al hablar de energía solar, la mayoría de las personas piensan en electricidad,
apunta Friesen. «En el futuro, pensarán en la abundancia de agua.»
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