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Lugar
de barro, mariachi y la buena comida, Tlaquepaque es una fiesta (1 cada mes)
donde es casi imposible pasarla mal.
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A
sólo 20 minutos del centro histórico de Guadalajara lo que alguna vez fuera un
pueblo adyacente ya ha sido absorbido por la gran urbe y ahora es parte de su
zona metropolitana san Pedro Tlaquepaque tiene gran vocación turística pues, en
medio de las avenidas transitadas por autos modernos, sus edificios se han
quedado varados cómo recuerdos de otras épocas.
Para
saborear su arquitectura lo primero es dirigirse al cruce de las calles
Guillermo Prieto y Moleros, donde se encuentran sus recintos religiosos más
célebres: La parroquia de San Pedro apóstol y el santuario de Nuestra Señora de
la Soledad. El primero es un edificio de peculiar estilo bizantino construido
por el orden de los franciscanos en 1670, cuando Tlaquepaque era un pequeñísimo
pueblo con sólo 177 jacales. En el interior hay que ver la famosa pintura al
óleo de San Pedro, a la que muchos creyentes piden favores. En el jardín
Hidalgo (nombre que se le da a casi todos los jardines centrales en los pueblos
de México), un poco más hacia el norte, se encuentra el ya citado Santuario,
cuyos contraste arquitectónico lo hacen especial. Su atrio es muy grande y el
edificio es un cúmulo de épocas y estilos que van desde el Barroco de la
fachada hasta el neogótico del retablo principal, lo que revestía un estatus de
basílica lateranense, título que le fue removido tras un cambio en la
legislación papal.

La
variedad de piezas es impresionente, con tradicionales Árboles de la vida,
nacimiento, ollas de cocina y enormes y antiquísimos jarrones. Lo
que me temo es pieza de exhibición, en la casa del artesano es una invitación a
llevarse a casa un pedacito de este arte. Dicho espacio se otorga de manera
gratuita a los productores por parte del Estado, por lo que los precios suelen
ser muy bajos, sin intermediarios. En el que se pueden contar piezas de barro,
vidrio soplado, papel maché, cerámica, peltre, madera, lámina, hoja de tamal y
hierro forjado, con varios diseños. Hay
espejos, lámparas, baúles, joyería de todo tipo, perchero, rebozos y hasta
comedores completos labrados exquisitamente. La experiencia se completa al
contratar una visita guiada por los barrios artesanales, dónde se encuentran
los talleres de los maestros escultores, casi siempre abiertos al público.

Son
19 Cantinas que funciona más como restaurantes familiares y un pequeño patio
central con un kiosco donde se luce la oferta gastronómica de la ciudad: Ahí se
puede probar la célebres tortas ahogadas, una buena birria, carne en su jugo,
para acompañar, una michelada o una buena cazuela voladora típica (un jarrito
combinado con cáscaras de limón, toronja, refresco y tequila). Pero en
Tlaquepaque también se celebra el trabajo y el talento que hay detrás de cada
pieza de artesanía, por lo que conviene tomarse el tiempo de visitar el museo
regional de la cerámica, ubicado en una antigua casona del siglo XVIII que perteneció al hacendado Francisco
de la verde, sobre la Avenida Independencia. Allí se conservan espectaculares
piezas tradicionales del Valle de atemajac de algunas triunfadoras del premio
Nacional de la cerámica, que se otorga en manos del presidente en turno.
La
variedad de piezas es impresionente, con tradicionales Árboles de la vida,
nacimiento, ollas de cocina y enormes y antiquísimos jarrones. Lo
que me temo es pieza de exhibición, en la casa del artesano es una invitación a
llevarse a casa un pedacito de este arte. Dicho espacio se otorga de manera
gratuita a los productores por parte del Estado, por lo que los precios suelen
ser muy bajos, sin intermediarios. En el que se pueden contar piezas de barro,
vidrio soplado, papel maché, cerámica, peltre, madera, lámina, hoja de tamal y
hierro forjado, con varios diseños. Hay
espejos, lámparas, baúles, joyería de todo tipo, perchero, rebozos y hasta
comedores completos labrados exquisitamente. La experiencia se completa al
contratar una visita guiada por los barrios artesanales, dónde se encuentran
los talleres de los maestros escultores, casi siempre abiertos al público.
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Arcilla pintada a mano, artesanías mexicanas.
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Muy
cerca del centro de Tlaquepaque se puede visitar la destilería tequila del
señor, la fábrica más antigua del tequila en la zona. Fundada en 1943, ofrece
recorridos por las tareas productivas de la bebida, desde su proceso de
cocimiento, molienda y fermentación, hasta la destilación y añejamiento, con
una de las cavas de tequila de edición limitada más exclusivas de México. En
2017 el tequila herencia histórico 27 de mayo se llevó el premio diosa mayahuel
al mejor tequila cristalino del país, que con 5 años de añejamiento representa
un trago muy especial.



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